Restauradores y conservadores: soporte de anhelo y memoria

La municipalidad de Zapallar, es un buen ejemplo de conservación y restauración.

por Carmen Gómez Maestro.

Duoc UC Sede Valparaíso

El día del conservador-restaurador coincide con el natalicio de Emmanuel Viollet-le-Duc, teórico de la restauración y arquitecto francés del S.XIX. Viollet-le-Duc iniciaba toda intervención en obras existentes con el estudio profundo de sus características tecnológicas, estructurales y materiales, buscando comprender el origen y lógica de cada decisión que daba forma al edificio, pero también razonar cuáles habrían sido los anhelos de sus autores primigenios.

En sus proyectos incorporó elementos que no estaban presentes en la arquitectura original, con el convencimiento de que, si sus autores hubieran dispuesto de la misma tecnología con la que él contaba, sin duda hubieran tomado su misma decisión. Bajo esta valiente premisa de interpretación, arraigada en una misma fascinación de la sociedad francesa del momento por el desarrollo de nuevos métodos constructivos, no titubeó en agregar una aguja a la antigua catedral de Notre Dame en París, cambiando la imagen del edificio hasta el incendio de 2019, en la que fue destruida.

Mucho ha cambiado desde el tiempo de Viollet-Le-Duc. Mientras la fascinación por la tecnología sigue presente, el nivel de desarrollo con el que hoy contamos era difícilmente imaginable por sus coetáneos. En paralelo, las sociedades occidentales han vivido una transformación en sus intereses y preocupaciones, asignándole un valor cada día mayor a expresiones culturales inmateriales y a las tradiciones que actúan como contrapeso de nuestra cotidianeidad acelerada y global; así como a las necesidades de comunidades que hasta bien entrado el S.XX ni siquiera eran mencionadas en la historia oficial. Esto, por una parte, enriquece el significado del conjunto de bienes que consideramos patrimoniales y nos representan como sociedad, pero también posiciona al patrimonio en un espacio de confrontación, discusión y, en el mejor de los casos, encuentro entre comunidades radicalmente distintas entre sí.

Los restauradores y conservadores tienen la misión de preservar no sólo los objetos que reconocemos por su valor artístico o histórico, sino también de hacer una lectura profunda de los anhelos que la sociedad actual deposita en ellos, haciendo posible su expresión. De la misma manera que Viollet-Le-Duc buscaba entender el espíritu de las obras más allá de su aspecto, los conservadores-restauradores de hoy deben ser capaces de escuchar y leer el significado de objeto y alteraciones, la historia que representan y, cada vez más, conciliar en su trabajo el respeto por los distintos grupos que sienten ese bien como propio.

Los objetos se convierten así en un vehículo de historia, talento, tecnología y sensibilidad; pero también de historias, contradicciones, relacionamiento, afectos, dolores y relatos de costumbres y prácticas. Toda acción que el conservador-restaurador toma con respecto a ellos, es absolutamente necesaria para garantizar que, cualquiera que sea el destino imaginado por la sociedad sea posible y para que quienes los observamos podamos comprender esta complejidad, profundamente humana. Es por esta fundamental labor de conocimiento técnico, pragmatismo e ingenio al servicio de la sociedad que hoy les conmemoramos y agradecemos.